Lo tercero que una iglesia debe tener como parte de su esqueleto es sana doctrina. Si usted tiene una visión elevada de Dios y está dedicado a Él, debe adherirse a lo que enseña su Palabra. Las enseñanzas de Dios forman la sana doctrina.
Muchos cristianos tienen hoy una idea vaga acerca de la doctrina. Muchos pastores predican “sermoncitos para cristianitos”, pequeños sermones que son finos e interesantes. A veces hacen que usted se sienta bien, confuso, triste o entusiasmado; pero rara vez escuchamos sermones que enseñan doctrina. Muy pocos predicadores explican las verdades acera de Dios, de la vida, la muerte, el cielo, el infierno, el hombre, el pecado, Cristo, los ángeles, el Espíritu Santo, la posición del creyente, la carne o el mundo. Necesitamos verdades a las que podamos aferrarnos. Usted necesita leer un texto, averiguar que dice y significa, obtener una verdad divina y plantar esa verdad en la mente de las personas mediante su repetición regular.
Aprendí ese estilo de predicación cuando me gradué de la escuela secundaria. Mi padre me entregó una Biblia y escribió una nota en ella animándome a leer 1 y 2 Timoteo. Lo hice y el mensaje de Pablo a Timoteo echo raíz en mi mente: “Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido” (1 Ti. 4:6 cp. 1 Ti. 1:3, 10; 4:13, 16).
Al principio de mi ministerio en Grace Community Church, prediqué de forma expositiva de la carta a los Efesios, explicando la posición del creyente en Cristo. Aquel estudio fue fundamental en la iglesia. No hace mucho visité al que fue mi entrenador de fútbol en la escuela secundaria, a quien no había visto por largo tiempo. Es un hombre cristiano y enseña la Palabra de Dios. Estuvimos recordando las tonterías que hacíamos cuando jugábamos en la escuela. Luego me dijo: “John, tú me enseñaste de forma específica y concreta cuál era mi posición de creyente en Cristo. He escuchado muchas veces tus mensajes grabados sobre Efesios capítulo 1 y yo lo he enseñado, partiendo de esos pasajes a los jóvenes repetidas veces a lo largo de los años. Entender la doctrina de la posición del creyente en Cristo es lo que ha dado fundamento a toda mi vida.”
Yo no le di a mi entrenador ese fundamento; el libro de Efesios y el Espíritu Santo lo hicieron. Lo que quiero decir es que las personas necesitan doctrinas sólidas sobre las que edificar sus vidas.
Extraído del libro, “El Plan del Señor Para La Iglesia” escrito por el Pastor John MacArthur y publicado por Editorial Portavoz.