Los hijos de Dios en la iglesia están llamados a cuidarse unos a otros y satisfacer sus necesidades. Tres veces Jesús le preguntó a Pedro: “¿Me amas?” (Jn. 21:15-17). Pedro respondió cada vez: “Sí, Señor; tú sabes que te amo”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas”. Le estaba diciendo: “Eres un pastor, Pedro. Cuida de mi pueblo”.
Pastorear involucra alimentar y dirigir el rebaño. Primera Pedro 5 dice: “Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella” (v. 2). Hechos 20:28 dice: “Mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor”. Tenemos que cuidarnos unos a otros. Primera de Juan 3:17 dice: “pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?” ¿Cómo puede usted decir que ama a Dios y no interesarse para nada en las personas? Al relacionarse con los demás, dedique tiempo a saber de sus heridas y necesidades. Si usted tiene conocimiento de las necesidades de alguien que se está apartando, minístrele en su necesidad y ayúdele a regresar. Todos debemos participar en el proceso de pastorear. Primera Pedro 5:4 dice que el Señor es el “Príncipe de los pastores”. La implicación es que todos nosotros somos sus ayudantes. Tenemos que involucrarnos en el cuidado de las ovejas.
A veces resulta difícil pastorear a las personas. En ocasiones no nos damos cuenta de las necesidades de algunos y los pobres se quedan sin atender. Siempre me rompe el corazón escuchar que alguien dice: “Estuve enfermo y nadie me llamó. Nadie se preocupa”. Otras veces me llegan cartas de personas angustiadas que dicen: “ocurrió esto y lo otro y usted no llamó. Usted no se preocupa. Nadie en la iglesia anos ayudó. “Sucede a veces que las expectativas de las personas son muy altas; no podemos estar en todas partes al mismo tiempo. Pero la mayoría de las veces alguien se queda sin atender porque nadie prestó atención cuando surgió la necesidad. Por ejemplo, cuando alguien sufre la pérdida de un ser querido, todos inmediatamente corren para consolar y sostener al hermano. Pero después del servicio funeral, cuando la depresión invade a la persona, la dejamos sola. Perdemos la sensibilidad cuando más se necesita.
Necesitamos ser la clase de pastores que Jesús es. En Juan 10 él dice: “Yo soy la puerta de las ovejas…Yo soy el buen pastor” (vv. 7, 11). Jesús estaba hablando de la manera en que un pastor cuida de sus ovejas. Cuando las ovejas entraban en el redil al final del día, el pastor examinaba a cada oveja a medida que iban entrando bajo la vara que él sostenía atravesada en la entrada al redil. Si veía que alguna estaba herida o lastimada, derramaba aceite en las heridas. A eso se estaba refiriendo David en el Salmo 23 cuando dijo: “Tu vara y tu cayado me infundirán aliento…unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando” (vv. 4-5). Se espera que el pastor cuide de sus ovejas.
Hay miembros de iglesias, hermanos maravillosos y callados, que no reciben mucha atención pastoral porque no dicen nada acerca de sus necesidades. Hay otros, sin embargo, que con frecuencia caen en pecado y tienen siempre pastores a su alrededor tratando de ayudarlos. Es muy importante que todos nos veamos a nosotros mismos como ovejas y como pastores cuidándonos unos a otros. No podemos esperar que los líderes de la iglesia se hagan cargos de todas las necesidades pastorales de la congregación. Somos responsables delante de Dios por cuidarnos unos a otros. Grace Community Church no es mi iglesia; es la iglesia de todos. Es la iglesia de Cristo.
Lo primero que hice cuando empecé a pastorear nuestra iglesia fue desarrollar una forma de pastorear a nuestro pueblo. Sabía que podríamos alimentarlos; pero también quería estar seguro de que los podíamos dirigir porque un pastor apacienta a las ovejas y las lleva a ser como Cristo.
Extraído del libro, “El Plan del Señor Para La Iglesia” escrito por el Pastor John MacArthur y publicado por Editorial Portavoz.