Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová; y no olvides ninguno de sus beneficios. El es quien perdona tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias; El que rescata del hoyo tu vida, El que te corona de favores y misericordias.
- Salmo 103: 1-4
Todos nos hablamos a nosotros mismos. Es probable que usted se dijera esta mañana: “Oye, sal de la cama”. Usted se dijo a sí mismo que abriera este libro. Todos estamos empeñados en hablarnos a nosotros mismos y el Salmo 103 nos presenta un modelo para hacerlo de manera correcta. Considere este modelo: “Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre”. Logre tener el hábito de decirse a sí mismo que bendiga a Dios y prepare su alma para bendecir su nombre.
¿Cómo prepara su alma para bendecir a Dios? Al recordar sus beneficios. Recuerde lo que Dios ha hecho por usted. Cuente sus bendiciones. Cuando las cosas andan mal en su vida, pudiera olvidar sus beneficios. Cuando está decepcionado, pudiera olvidar sus bendiciones. Pero nada que sucede en esta vida puede afectar la eterna bendición de Dios sobre usted como su hijo.
¿Cuáles son los beneficios mencionados aquí? En primer lugar, Dios perdona todos los pecados de usted. ¡Qué buen comienzo! En segundo lugar, Dios sana todas sus enfermedades. Cada sanidad que haya experimentad ha venido de Dios. Algunas enfermedades no serán sanadas ahora sino en la eternidad; si no se sanan en esta vida serán sanadas en el cielo cuando sea hecho absolutamente perfecto. En tercer lugar, él ya ha salvado su vida de la destrucción y lo ha librado del poder de la muerte. En cuarto lugar, como si eso fuera poco, Dios lo ha coronado de amor y misericordia. Esa palabra “misericordia” es la palabra hebrea heded. Significa el “amor de pacto” de Dios y es la palabra del Antiguo Testamento para “gracia”. La tierna misericordia de Dios hacia usted como pecador es el tema del Salmo 103: Él derrama ese amor y esa misericordia sobre usted. Su respuesta a eso es alabar su santo nombre con todo lo que hay dentro de usted.
Las cosas sí andan mal en esta vida. La ley de Murphy parece estar funcionando; que todo lo que puede andar mal, así andará. Pero nada anda mal en el reino eterno. Nada anda mal en los propósitos de dios y usted puede contar con ellos.
El propósito de Dios es bendecirlo, perdonarlo, sanarlo, redimirlo y amarlo. Por eso usted puede decirse: “Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre”.
Extraído del libro, “El corazón de la Biblia” escrito por el Pastor John MacArthur y publicado por Editorial Portavoz.